¿Cumplirá Donald Trump con sus amenazas? Hace dos meses ganó la elección y sigue hablando de que cumplirá con lo que dijo en campaña: imposición de aranceles y deportación masiva de migrantes. No son palabras al viento. Una razón por la que podemos pensar que va en serio es la selección de sus colaboradores. Escogió halcones en temas migratorios, política exterior y asuntos comerciales, personas que representan una línea dura, en algunos casos con posiciones más radicales que las del propio Trump.
Es el caso de Tom Homan, que será el Zar de la frontera; Marco Rubio, nominado para ocupar la Secretaría de Estado, y Ronald Johnson, quien será el embajador en México. Él trabajo en la CIA y fue boina verde. Se destacó como embajador en El Salvador y fue clave para apuntalar a Bukele. Para la oficina de Comercio, el elegido es Jamieson Greer, quien participó en la negociación del T-MEC, como jefe de Oficina de Robert Lighthizer. Él estará a cargo de la revisión del T-MEC, que en la práctica empezará en 2025. Sabemos poco de Greer, pero en unas declaraciones al New York Times dejó claro que suscribe la visión de Trump: “Se trata de emparejar el terreno de juego, de tal manera que los [norte]americanos no tengan que competir en desventaja”.
México es el país más vulnerable al riesgo Trump, dejó claro la Unidad de Inteligencia de The Economist desde julio del año pasado. Nuestra vulnerabilidad en los frentes comerciales y migratorios se expresa en dos datos: 83% de nuestras exportaciones no petroleras van al mercado estadounidense y 10.3 millones de mexicanos vivían en Estados Unidos en 2022, según el Pew Center.
La imposición de aranceles representaría un golpe muy fuerte a la economía mexicana, porque dos tercios del PIB mexicano dependen del comercio con Estados Unidos. Estamos tan integrados que es imposible imaginar un escenario de divorcio, pero está claro que este matrimonio se puede convertir en algo tremendamente disfuncional. El tamaño de la afectación dependerá de los aranceles que se impongan. ¿Qué tarifa y por cuánto tiempo? Trump ha mencionado 10 y 20%, pero también ha hablado de porcentajes más altos. Ha dicho que usaría los aranceles para presionar a México y Canadá para que detengan el envío de drogas y el paso de migrantes. También ha mencionado que son una forma de compensar a Estados Unidos por los abusos de sus socios comerciales. En teoría, la imposición de los aranceles se daría en el primer día de gobierno de Trump con una orden ejecutiva. Podrían durar en vigor unas cuantas semanas o varios meses, dependiendo del ánimo del presidente de Estados Unidos. Para México, los riesgos incluyen volatilidad en el tipo de cambio (depreciación del peso), despidos en empresas exportadoras y caída del PIB. Más allá, estaríamos en riesgo de despedirnos del sueño del nearshoring, ¿se acuerdan que llevamos dos años hablando del nearshoring como nuestro boleto a la Disneylandia económico? ¿Cuántos proyectos de relocalización se sostendrían en un escenario de proteccionismo extremo del gobierno de Trump y los que vengan…?
Las deportaciones masivas impactarían en México porque hay más de 10 millones de mexicanos viviendo en Estados Unidos. Ellos envían 5.000 millones de dólares mensuales de remesas, que llegan a 4,9 millones de familias. En más de un sentido, equivale a un programa social, porque el 12% de las personas adultas en México reciben remesas. Los mexicanos migrantes son fundamentales en el funcionamiento de algunos sectores de la economía de Estados Unidos: construcción, hotelería, restaurantes, cuidados personales y agricultura. ¿Cuánto caerían las remesas y qué pasaría con el mercado laboral mexicano, en caso de que regresaran millas o cientos de millas de connacionales? No será fácil instrumentar un programa de deportaciones masivas, advierten los expertos. Costaría 88.000 millones de dólares, por año, según el American Immigration Council. No hay el personal ni la infraestructura para hacerlo en el corto plazo. Si la historia reciente nos sirve como referencia, hay que tomar en cuenta que el máximo de personas expulsadas por Estados Unidos no rebasa el medio millón de personas en un año. El récord lo tiene la administración de Barack Obama.
Tampoco sería fácil imponer aranceles de la manera en que Donald Trump está amenazando. Se dislocarían algunas cadenas productivas. México es un proveedor clave para la industria automotriz, pero también para las industrias aeronáutica y electrónica, para la fabricación de equipos médicos y en la producción de alimentos. Las empresas que están en México y proveen a Estados Unidos no están preparadas para trabajar con aranceles de 10 o 20 por ciento. No podrían estar listas para el 20 de enero, ni están preparadas para trabajar en un escenario donde el T-MEC está sometido a los caprichos de un gobierno. Los aranceles y las deportaciones masivas provocarían daños severos a la economía mexicana, pero también a la estadounidense. Es difícil cuantificar de qué tamaño sería el daño, porque lo absurdo es incuantificable. Para Estados Unidos es un balazo en el pie. Para México, un tiro en la columna vertebral y algo más. Llevamos tres décadas construyendo alrededor de una idea llamada América del Norte y en estos días podemos ver que lo que parecía fuerte es frágil… extremadamente frágil.